En efecto, recién llegado el otoño, el joven pianista canadiense Jan Lisiecki ha abierto filas de un ciclo, ya consolidado en Madrid de grandes intérpretes del piano. Este año innova, según esta anunciado con introducción en sus citas de algún recital con orquesta y veremos la experiencia.

. El joven artista es a sus treinta años de edad un pianista de primerísima fila. Durante su carrera Jan Lisiecki desde hace años ha dado conciertos  en los mejores escenarios con los mejores directores y orquestas del mundo y tiene un contrato con la Deutsche Grammofon en exclusiva recibiendo sus grabaciones diversos e importantes galardones.

 Para el recital del martes 23 de septiembre preparo un programa exclusivamente dedicado a la forma musical del preludio. Como su nombre indica este tipo de obras musicales implica la intención en una partitura de relativamente corta duración anticipar lo que vendrá después, generalmente compuesto en la misma tonalidad. Para ello utilizó obras de diferentes compositores, y tocó de Chopin, Bach, Rachmaninov, Szymanowsky, Messiaen y Gorecki, explayándose con Chopin.

  Utilizó la táctica de mezclar unos autores con los otros en aparente contradicción y contraste de estilos. Bien concebido resultó ameno y exitoso combinándolas unos con otros (así de Bach dos preludios del libro primero del el clave bien temperado en la tonalidad del do, mayor primero y casi al final el compuesto en modo menor) intercambiando lecturas con Messiaen, contemporáneo por excelencia, o con Gorecki y Chopin. No lo explica en ninguna nota al programa pero estoy seguro que no era casual sino algo perfectamente estudiado. La segunda parte estuvo dedicada enteramente a Chopin con sus 24 preludios op 28,

  No es este el momento de analizar uno por uno como de maravillosamente bien  ejecutó los preludios en cuestión porque visto lo visto y su trayectoria artística es un monstruo del piano y un intérprete de excepción, originalidad y perfección técnica, con una soltura apabullante sin ostentación y una concentración fuera de serie. Su juventud le permitió semejante tour de force y su versatilidad en la combinación de los estilos. Su recital  ni que decir tiene fue despedido con los calurosísimos aplausos del público, que no llenaba la sala seguramente por la fecha cuasi veraniega. Toco una romanza de Schumann de propina y deja un espléndido sabor de boca a la audiencia, que nos quedaremos aguardando a que vuelva a Madrid para tener otra vez- dios mediante- el privilegio de volver a escucharle. No hay que perderle de vista porque lleva camino de destacar clarísimamente entre los ya abundantes pianistas jóvenes que ruedan con éxito en este globalizado mundo.