Estos días se están representando en Madrid sendas operas de compositores españoles juntas en una misma sesión. La vida breve de Don Manuel de Falla y Tejas Verdes de Jesús Torres. Como cuando asistí a la representación tenía luego un compromiso  ineludible (no era nada grave) y no pude quedarme a ver la segunda de ellas. Hablaré de la primera y puede que estas líneas se queden cojas puesto que la intención del teatro y de sus directores fuera ensamblarlas para transmitir un mensaje de atención sobre el sufrimiento del ser  humano ante la injusticia y la falta de libertad y hacer una dirección escénica común que las uniera. Por eso no entrare en el montaje de la primera y me ceñiré solamente al apartado musical y teatral.

   La vida breve   se estrenaba en el teatro Real en 1997 cuando se reinauguró. Se escuchaba habitualmente en las salas de concierto dada su duración y su tranquilo movimiento escénico. Requiere un nutrido coro un buen ballet y voces de primera categoría especialmente la soprano protagonista; buenos tenores y barítonos y una voz grave de mezzo para repartir el colorido, una orquesta  completa o casi y sobre todo artistas de la música española ya que de amores gitanos va la trama que no voy a descubrir aquí, del desamor de las clases pudientes hacia cualquier otra raza que si te descuidas acaba en tragedia. La partitura es variada para crear diferentes climas, trágico y alegre por ratos. Aquí se cumplió en todos los frentes saliendo del paso mucho más que airosamente. Fue  muy completa en todo la protagonista, Adriana González de precioso timbre y encarnadura ,fraseo no muy claro pero eficaz línea de canto y buenas dotes de actriz. El tenor Eduardo Aladren le dio muy buena replica y Ana Ibarra ofreció su voz de mezzo con buenos graves. Destacó el Tenor Alejandro  del Cerro como la voz en la fragua y sobre todos ellos la cantaora Maria Marín con perfecto dominio no solo del cante jondo -pasado por las normas clásicas-sino de la guitarra clásica con la que se acompañó ella misma dominando los tonos, acordes y rasgueos con seguridad y aliento. Muy bien el coro y la orquesta, dirigida por Jordi Francés, muy correcto en todo momento. Escuchar las danzas de la partitura siempre me traen a la memoria al ya fallecido maestro Rafael Frubeck que la solía programar en los conciertos de la orquesta nacional, de la que fue director muchos años, acompañado de la maestra de castañuelas Lucero Tena y el teatro o la sala de conciertos se venía abajo con los rotundos aplausos del público. Y ni que decir tiene que como nuestra Victoria de los Ángeles nadie hizo del papel protagonista una obra de arte como ella.