El ciclo de Grandes intérpretes que organiza con mucho éxito la Fundación Scherzo ha finalizado su temporada con un recital a cargo del pianista argentino Nelson Goerner y el broche no ha podido resultar mejor.

   Este intérprete es uno de los escogidos en su día por Martha Argerich para secundarla en sus interpretaciones de los conciertos para dos, tres y cuatro pianos de Bach en unas jornadas dedicadas  a ello en Paris hace no muchos años. Ahí le conocí y he seguido su estela de éxitos y su magnífica carrera profesional.

  Para este acontecimiento escogió Goerner un programa muy estudiado, variado, complejo y virtuoso. La sonata catalogada como número 28 de Beethoven en la mayor; el carnaval de Schumann, diez preludios de Rachmaninov y unos arabescos sobre el vals del Danubio azul de Johan Strauss con  arreglos de Schuz Evler.Nelson Goerner comenzó trazando una magnífica lectura de la sonata clarificando las frases y sacando uy bien los temas construyendo un todo de impecable transparencia especialmente en el último y enrevesado tiempo de fuga con que culmina la obra. A continuación la monumental y dificilísima obra Carnaval de Schumann que no pudo estar mejor expuesta a lo largo de las veinte melodías que contiene. Lo mejor es que parecía no esforzarse, con naturalidad pasmosa.

  En la segunda parte hizo brillar al pianista excepcional que había en Rachmaninov, mas que compositor, con el desarrollo de sus diez preludios con exquisita sensibilidad y apabullante técnica virtuosísima por la que recibió al final de esta obra los mas que cálidos aplausos del público que se redoblaron después de que tocara los arabescos del Danubio azul para finalizar la velada. Un recital del que todo el mundo salió entusiasmado del Auditorio. La grandeza sutileza y exquisitez de su arte de tocar el piano se juntaron aquí con la personalidad sencilla y humilde de Nelson Goerner, cualidad generalmente reservada a los genios que visitan este mundo.